Translate

FRUTOS MARIA

viernes, 26 de septiembre de 2014

"La forma del equilibrio"




"No busco el éxito, me interesa el trabajo bien hecho con coraje y sentimiento", ha declarado el escultor Frutos María en una entrevista reciente de Martín Sanz. Frutos en efecto, en la búsqueda de su propia visión, rechaza las soluciones fáciles y atractivas a las que el arte nos tiene acostumbrados para quedarse dentro del Neoplasticismo de este siglo que ha echado a andar. Y esto lo confirman las obras que se exponen ahora en la antigua capilla de la Orden Tercera Franciscana de la iglesia del Santísimo Cristo de Zalamea de Elche. 





Son exactamente 29 esculturas las que se exponen en el amplio espacio pintado de dicha capilla y constituyen un resumen del recorrido artístico de Frutos, desde sus primeros pasos de juventud en Burgos, ciudad en la que nació hace poco más de cincuenta años, hasta su madurez en Alicante.

Resulta fácil descubrir en la sabia antología que se muestra en Elche cómo le han marcado unas constantes relacionadas directamente con su biografía: el recuerdo de la tierra natal que Frutos lleva dentro de sí en su condición de artista español, aunque no como paisaje sino como elemento primordial ligado a su procedencia de una familia de labradores. De la tierra en efecto provienen los minerales duros que con gran pasión y fuerza este artista funde y suelda desde la observación directa de la realidad; en especial, el hierro pero asimismo minerales en estado puro, que el escultor sabe apreciar y proponer en su valor de dureza y duración. Esto sucede con el acero, que escoge no por su brillo sino por su adaptación a tratamientos como el que simula el envejecimiento o desgaste del tiempo .

Observando con cuidado las esculturas se aprecia cómo ha influido en su formación una profunda reflexión sobre la obra de grandes escultores españoles del s. XX que anteceden a la generación de Frutos: Oteiza y también Chillida. Gran importancia en la maduración artística de Frutos, tal y como él mismo ha señalado en más de una ocasión, han sido sus visitas al arquitecto José Guardiola, personalidad relevante a quien Alicante debe su modernidad dinámica y armoniosa. 

Frutos tuvo una formación autodidacta que, como ha señalado con acierto en el periódico Información Guillermina Perales, le ha permitido experimentar directamente, gracias al estudio, los viajes, y los encuentros, lo que no hubiera podido realizar con el mismo resultado siguiendo una enseñanza tradicional reglada.

Bajo este prisma hay que entender su profunda coherencia, hilo conductor que pone en relación una por una las veintinueve esculturas que ahora se exponen en Elche hasta el 24 de febrero de 2013. El único expositor de la Muestra presenta los primeros trabajos de un Frutos con catorce años; se trata de pequeñas esculturas de hierro guardadas en la urna que podrían ser ampliadas enormemente, sin quitarles ni añadirles nada, y donde la consistencia del hierro, encerrada en las formas eternas de una sólida geometría, nos remite a los valores primordiales del trabajo, la obstinación y la resistencia. Tales cualidades fueron confirmadas en la serie de experimentos sucesivos que fueron realizados a mayor escala, pero inspirados en los mismos principios de las pequeñas obras de juventud y donde el uso reciente del acero corten, en obras tituladas El perdón y Punto de vista, ha permitido modular el conjunto de modo más articulado y sensible a los valores espaciales. Con el hierro por el contrario, Frutos impone con fuerza la verticalidad a sus trabajos, y así tenemos el caso de Entrada de 2002, y de otras dos obras, tituladas ambas Elogio de la arquitectura, de 2002 y 2011, respectivamente.

A través de la curva de la masa ferrosa, el escultor lleva a cabo otras obras de mucho interés, como Bocacalle de 2004 y Abrazos, cinco años anterior, que contienen algunas referencias a Chillida. Una obra sin duda más claramente autónoma es El arco, del año 2000, hecha también con hierro y formada por dos elementos móviles pero en perfecto equilibrio. Son elementos comunes a todas las obras de la exposición de Elche una cómoda contemplación en toda su perspectiva y una pluralidad de imágenes para la fantasía del observador. Además, esta visión unitaria del conjunto y el íntimo equilibrio estructural de las obras mandan al visitante un mensaje de fuerza y unidad, que no es solo una idea sino también el sentimiento de la vida.
(Traducción de Nicolás Valdés, 

Universidad de Málaga)





No hay comentarios:

Publicar un comentario